Los datos del Indec muestran que en la Patagonia alquilar es, en términos relativos, cada vez más barato. Las estadísticas nacionales no solo señalan que en todo el país los alquileres quedaron muy rezagados contra la inflación, sino que en particular en la Patagonia subieron solo 48,2% en 2022, prácticamente la mitad de la inflación anual del 94,8%.
El dato del Indec contrasta con la realidad de los inquilinos que no consiguen renovar los alquileres y se encuentran con precios dolarizados o subiendo a razón del 100% anual al término de los contratos.
Desde lo estrictamente técnico, el dato es llamativo por cuatro motivos. En primer lugar, porque el Índice de Contratos de Locación (ICL) por el que se actualizan anualmente los alquileres conforme a la cuestionada Ley de Alquileres subió un 79,7% a mediados de diciembre y rige para todos los alquileres -trianuales- concertados a partir del 30 de junio de 2020. El ICL se calcula a partir de la evolución de los salarios y de la inflación, como los salarios perdieron contra la inflación, es lógico que el ICL esté por debajo del Índice de Precios al Consumidor.
En segundo lugar, porque los datos de la Patagonia muestran una variación sistemáticamente menor a la registrada en el resto del país. De acuerdo al Indec, a lo largo del 2022 en el Gran Buenos Aires los alquileres subieron 73,4%, en la región Pampeana lo hicieron un 68%; en el Noreste, un 56,6%; en Noreste, 52,8; y en Cuyo 63,2%. Y mensualmente también las variaciones son ínfimas en comparación con el resto del país. En diciembre, los alquileres en la Patagonia subieron 0,1% contra 4,7% en el Gran Buenos Aires o 5,2% en la región Pampeana; y, en enero, subieron 5,3% contra 6,9% en el Gran Buenos Aires, 10% en Cuyo y 15% en el Noroeste del país.
En tercer lugar, porque el Indec mide los precios en nueve ciudades de la Patagonia (San Carlos de Bariloche, Comodoro Rivadavia, Neuquén, Puerto Madryn, Río Gallegos, Río Grande, Trelew, Ushuaia y Viedma) y en aquellas localidades que tienen mediciones propias, la divergencia en los datos es incontestable: si se toma el capítulo «Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles» al Indec le dio que en diciembre la variación en la Patagonia fue del 4,3% hasta totalizar 75,5% en el año y otro 8,1% en enero. En tanto, para las estadísticas de Neuquén, la variación fue del 11,01% en diciembre hasta sumar 92,96% en 2022 y en enero fue del 10,4%. Gracias al cambio metodológico del IPC de Neuquén, a partir de enero también se puede conocer la inflación de alquileres en esa localidad: 5,7%.
En este sentido, una fuente al tanto de los pormenores de la elaboración de índices de precios explicó a este medio que: «Seguramente el Indec tiene una muestra demasiado pequeña en la Patagonia. De cualquier forma, en las regiones que más inciden los datos de Vivienda sobre el IPC como Gran Buenos Aires y la Patagonia lo hacen en a lo sumo 10,5%, es decir, no alteran la medición de la inflación a nivel nacional».
La fuente especializada consultada también explicó que el hecho de que el precio de los alquileres a nivel nacional esté por debajo del ICL puede ser señal de que la población busca «achicarse», y alquilar por menos de lo que le sale la actualización anual del alquiler que ya venía pagando. A priori, parece un imposible si uno mira los precios de mercado de los alquileres en los buscadores inmobiliarios; pero como el Indec no mide los precios de las publicaciones de los alquileres, sino el precio «de demanda», es decir, el que las familias realmente terminan pagando, es factible que haya una divergencia metodológicamente fundada. En particular por un fenómeno que las estadísticas de precios no recogen: la marginalización. Las familias que no consiguen renovar alquiler, pasan a engrosar nuevos asentamientos en las periferias urbanas. Comodoro Rivadavia es un buen ejemplo, pero no es el único.
El cuarto motivo es la presión creciente de los alquileres temporarios sobre el mercado de alquileres convencionales. Donde el turismo lo permite, a lo largo y ancho de todo el país, los propietarios dejan de alquilar a sus inquilinos para volcarse al mercado del AirBnB o Booking. En las ciudades que son también son universitarias, esto también está afectando la matrícula porque la inaccesibilidad de los alquileres dificulta que los estudiantes continúen sus estudios. Fuera de la Patagonia, Tandil es un caso testigo.
Y en el caso de la Patagonia, este vuelco de las propiedades al mercado de alquileres temporarios se observa con mayor fuerza en ciudades como San Martín de los Andes o Ushuaia en las que cada vez es más difícil para los trabajadores seguir en sus viviendas. Casi sin transacciones o con transacciones que enmascaran el hecho de que compañeros de trabajo se hacinan en una misma vivienda o que familias empiecen a compartir un techo por no tener a dónde ir, la baja inflación del precio de alquileres en las estadísticas públicas es luz de alerta sobre que los alquileres en pesos en partes de la Patagonia van rumbo a ser una reliquia. Basta con recorrer las páginas web de las inmobiliarias para constatar que la oferta de alquileres en Puerto Madryn, Comodoro, San Martín y Ushuaia es prácticamente cero.
Desde Inquilinos Agrupados, Juan Arrizabalaga -también concejal tandilense- explicó que los inquilinos están sitiados por tres frentes: el primero, la dolarización de las propiedades, que hace que la oferta de alquileres esté alineada con una búsqueda de rentabilidad en dólares cuando la demanda de alquileres la constituyen trabajadores con salarios en pesos; el segundo, la entrega de la política habitacional a la lógica de mercado que hace que el uso del suelo y de los metros cuadrados construidos puedan ser asemejados a un plazo fijo, lo que deriva en el fenómeno de la «vivienda vacía». Y, en tercer lugar, la irrupción de la uberización de las propiedades mediante el duopolio de AirBnB y Booking. «Esto no desincentiva la vivienda vacía, genera competencia desleal para las propiedades para uso turístico debidamente registradas que tributan en la Argentina y hace que la población trabajadora sea cada vez más expulsada a las periferias urbanas y que la concepción arquitectónica de construcción urbana cada vez sea menos habitable para las familias y más para los turistas».
Arrizabalaga señaló que: «Primero es clave la obligación de registrar la actividad y luego zonificar para controlar indirectamente la oferta y los precios, así como el desarrollo urbano armonioso. Además, es importante limitar la cantidad destinada a turismo en cada complejo de propiedad horizontal para evitar la expulsión de inquilinos y la turistificación de las ciudades».