En el gobierno se abrió un debate sobre la necesidad de imprimir billetes de mayor denominación, ante la escalada inflacionaria que volvió a exigir cantidades ridículas de billetes, hasta para las operaciones más elementales.
En el Banco Central acompañan la idea: creen que reduciría el gasto nada despreciable que se invierte en imprimir billetes -la Casa de la Moneda tuvo el año pasado un déficit de más de 20 millones de dólares-, además de hacerle más sencilla la vida a la gente que se mueve en efectivo, que sigue siendo una parte muy importante de los argentinos.
La senadora tucumana Beatriz Avila, presentó un proyecto para que el gobierno imprima billetes de mayor denominación de 2.000, 5.000, 10.000 y 20.000 pesos, para facilitar las transacciones.
Fuentes del Gobierno, reconocieron que se trata de un debate abierto, aunque destacaron que se estudia una denominación menor a la propuesta por la senadora de Juntos. «Lo que se discutió es la posibilidad de sacar un billete de 5.000 pesos», afirmó a este medio un funcionario que participa de las decisiones en materia de política monetaria, que agregó que la discusión «está lejos de estar resuelta, aunque es posible que se alcance alguna definición en las próximas semanas».
El debate interno en el Gobierno por momentos alcanzó picos desopilantes. Cuando un funcionario cercano a Alberto Fernández propuso crear un billete de 10.000 pesos con la imagen de la Selección campeona del mundo.
Como sea, en el Ministerio de Economía no lo tienen entre sus propiedades y la Secretaría de Finanzas que conduce Eduardo Setti resiste la iniciativa, afirmó un funcionario al tanto de las conversaciones.
En efecto, en el Palacio de Hacienda la idea de un nuevo billete no cae simpática. «Sabemos que es un incordio la cantidad de billetes que hay que llevar a la hora de concretar las transacciones en efectivo, pero la emisión de un billete de mayor valor nominal pesa más en la subjetividad de los consumidores y produce una sensación de incertidumbre respecto a los precios», afirmó un miembro del equipo económico.
Sin embargo, desde el Banco Central reconocen que los esfuerzos dirigidos a impulsar el uso de los medios electrónicos de pago, en especial con las transferencias y pagos con QR, no alcanzó un nivel suficiente como para reemplazar el uso del efectivo en proporciones importantes
«Observamos una dinámica exitosa en el uso de medios electrónicos de pago en los centros urbanos, que no logramos replicar en todo el territorio nacional, donde el nivel de conectividad y la falta de inclusión digital son factores que no ayudan», preciso una fuente de la entidad que conduce Miguel Pesce.
No es un debate sencillo. Para Alejandro Vanoli, ex titular del Banco Central, la impresión de billetes de alta denominación va a contramano de la tendencia mundial. «Con este planteo se amplían las transacciones en efectivo, un billete de 10.000 0 20.000 pesos alentaría el uso de efectivo para maniobras delictivas», afirmó Vanoli.
El ex presidente del Central agregó que, «el GAFI, que es el organismo multinacional que se ocupa de combatir el lavado, promueve las transacciones electrónicas», pero reconoció que «dado el contexto inflacionario», no ve con malos ojos imprimir un billete de 2.000 pesos y explica por qué ese valor.
«En el 2015 con un billete de 100 pesos se compraban 10 dólares mientras que hoy para adquirir 10 dólares a precio oficial se requieren 2.000 pesos», afirmó.
Vanoli cree que «la salida virtuosa no solo es profundizar los pagos digitales, que se debe hacer con una campaña más intensa de educación financiera, sino que se requiere introducir el peso digital que remplace gradualmente a billetes». En este sentido remarca la necesidad de un marco regulatorio para los criptoactivos.
Sobre este debate abierto acerca de la necesidad de aumentar la nominalidad del billete de mayor valor circulante de la economía argentina, vale recordar que, en el año 2015, cuando el de mayor valor nominal era el de 100 pesos, ya estaban aprobados los billetes de 200 y 500 pesos, que tenían las imágenes de los presidentes Yrigoyen y Perón. Y fue Cristina quien decidió posponer la impresión, escudada en el contexto electoral, para delegar esa decisión en el presidente asumido.
Efectivamente es lo que sucedió, al poco tiempo de asumir Macri, en el año 2016 y bajo la gestión de Federico Sturzenegger en el Banco Central, aparecieron los billetes del macrismo, con cambio de diseño. A instancias del entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, se decidió que los animales autóctonos reemplazaran a los personajes históricos, como parte del «cambio cultural» que el macrismo imaginó encarnar.