La papa, un alimento históricamente accesible hasta para los bolsillos menos provistos, se ha vuelto un lujo por estos días y en algunos barrios de la Capital Federal, como Palermo y Belgrano, se vende hasta $1100 el kilo. En las grandes cadenas de supermercados como Disco o Coto el producto cotizaba hasta $990 y en las verdulerías no bajaban de $600.
Eventos climáticos adversos y pronósticos de baja para las próximas semanas son los argumentos que se esgrimen para explicar el brusco ascenso del popular consumo y tranquilizar las expectativas.
Lo cierto es que el tubérculo comenzó a subir de precio a principio de agosto y su carrera no se detuvo hasta hoy. En aquel momento, el kilo de papa tocaba los 520 pesos (costaba $380 a fines de junio).
Según la medición de la asociación Consumidores Libres, a fines de agosto la papa negra llegó a costar $650 acumulando en el mes un 25% de incremento y de 120% en lo que va del 2023. De esta manera se convierte, junto a los huevos, el azúcar, el tomate y la naranja en uno de los productos de la canasta básica de alimentos que más subió en el año.
Como en todo producto de la tierra, hay factores estacionales que explican en parte las fluctuaciones de precio que registran a lo largo del año. Pero también intervienen causas no tan visibles que tienen que ver con la rentabilidad y la especulación en la cadena comercial.
Los productores explican que entre la producción y la venta minorista hay una brecha en el precio de 400%. Mario Raiteri, vicepresidente de la Federación Nacional de Productores de Papa, sostuvo que en ese eslabón no se forman los precios y por lo tanto no hay especulación.
«La diferencia entre lo que cobramos y lo que se paga en la góndola la genera la logística, la distribución, la intermediación», indicó. Esto implica que un productor de papa recibe unos $1.600 por la bolsa de 20 kilos, que en el mercado cuesta hasta $6.000.
Al evaluar la incidencia de los factores climáticos en la oferta del tubérculo, los productores señalaron que hay una escasez que se agudizó a partir de la segunda quincena de agosto. A partir de ese momento hubo lluvias fuertes en el sudeste de la Provincia de Buenos Aires, donde se concentra el grueso de la producción lo que impidió que los camiones entren a los campos a cargar.
A esta situación se sumó una caída de la producción que viene de Villa Dolores (Córdoba), que determinó que la bolsa llegara a estar a $ 7.000. Para calmar las expectativas dentro de este sector productivo anuncian que en breve y a medida que se normalice el abastecimiento desde el campo, el precio comenzará a bajar.